Entre el año 450 y 440, es decir, en la época en que la construcción del Partenón estaba en plena actividad, Policleto concibe el tipo ideal destinado a ser un modelo único y jamás igualado ni reemplazado: "El Doríforo".
La tregua de treinta años entre Atenas y Esparta tiene su punto de partida en el año 445. La obra maestra de Policleto aparece pues, al principio de este corto período, en el cual la civilización griega, en pleno florecimiento, ha tenido un equilibrio que luego no ha encontrado jamás.
El arte de Policleto es específicamente griego y clásico, ningún otro escultor antiguo ha sufrido demasiado de la sustitución de la réplica sobre el original.
El arte de Policleto es específicamente griego y clásico, ningún otro escultor antiguo ha sufrido demasiado de la sustitución de la réplica sobre el original.
"El Doríforo" ofreció la más hermosa fórmula imaginable de la figura de pie, con una pierna en flexión mientras descansaba el peso del cuerpo sobre la otra.
En la cabeza del "Doríforo" se ve por primera vez el principio de la división tripartita del rostro: la altura de la frente, de la nariz y del mentón son sensiblemente iguales, es decir, que la frente se alarga, en tanto que el mentón disminuye su importancia. Esto hace que el rostro pierda su fuerza elemental, es decir, divina, pero gana en humanidad, en dulzura civilizada.
Cabeza del Doriforo |
En el "Doríforo" vemos que el pie izquierdo está retirado, el movimiento de balanza desciende esta vez hasta la punta de los dedos. El ritmo acapara, domina la pieza entera, y esta nueva actitud es tan viva que se reconoce la imagen de la marcha.
Con el "Doríforo" Policleto compone definitivamente en lo abstracto, el mecanismo y las formas corporales: tiene la lanza y el poder armonioso de sus músculos, la diversidad de los movimientos atléticos. El ideal policletiano depende de modelos bien determinados y el estudio de esos modelos ha dado como resultado esta tenacidad.
El Doriforo de Policleto |
Estas cualidades, Policleto, las traía de su tierra y de sus maestros argivos: ellas no fueron nunca tan eficaces como en el tiempo en que aprendía su trabajo, y su temperamento las llevó a cultivarlas como en ningún otro artista lo había hecho antes o después de él.
Policleto, idealista y geométrico, ve el cuerpo humano a través de una observación minuciosa: exalta las formas y las proporciones, la armonía de todo el contorno, acentuándolo fuertemente cada vez que se trata de resaltar una de las partes de esta arquitectura viviente: líneas de los músculos pectorales (de los pechos), flexión de las rodillas, de la ingle. Así se comprende fácilmente porque esta estatua recibe el nombre tan elocuentemente abstracto: el Canon, es decir la regla.