Los recipientes de cerámica griega se clasifican según su forma y utilidad. Las ánforas, de dos asas, almacenaban líquidos o alimentos secos. Las hidrias, de tres asas, servían para guardar y verter agua. Las cráteras, de boca ancha, para mezclar líquidos que luego se extraían con una jarra denominada oinochoe y se bebían en copas (kilik) o vasos sencillos (eskifos). Los lekitos contenían uno o dos litros de aceite de oliva.
- Ánfora del Dypilon
- Ánfora de Exequias
- Crátera del pintor de Polignoto
- Lekitos de fondo blanco
Ánfora del Dypilon
Esta vasija fue realizada en la Época Homérica para contener los restos de un aristoi, y pertenece al estilo geométrico, cuyo nombre no sólo se debe a la decoración en guardas horizontales de grecas, meandros y rombos, sino también al tratamiento sintético y geometrizado de la figura humana y animal. Intercaladas con rítmicos motivos abstractos encontramos una guarda de ciervos pastando, una guarda de animales tumbados y una escena con figuras humanas cumpliendo un rito funerario.
La posición horizontal del difunto contrasta con la verticalidad de las lloronas que se toman la cabeza con las manos en gesto de lamentación.
Ánfora de Exequias
En el frente de esta vasija de la época de la colonización, los héroes de La Ilíada, Ayax y Aquiles, cuyos nombres han sido inscriptos en la escena para que puedan ser identificados, juegan a los dados. Los números que han obtenido los jugadores salen de sus bocas: Aquiles, a la izquierda, menciona un cuatro. Ayax, a la derecha, un dos. Los enormes ojos de frente en los rostros de perfil son probablemente una convención, dado que en el resto de las figuras, especialmente en las manos y los pies, se advierte el conocimiento griego del escorzo.
La armonía de la composición proviene de efectos cuidadosamente estudiados: la curva de las espaldas repite la silueta del ánfora, las lanzas y los escudos continúan las líneas de las asas. Se trata de una cerámica de figuras negras, cuya técnica consiste en pintar siluetas oscuras sobre la cerámica clara y después grabar sus contornos y líneas interiores con un instrumento afilado, recuperando el color original de la cerámica. En este caso se completó la decoración con pintura blanca.