Desde sus comienzos, el ágora era un lugar de reunión, no un simple mercado. En un principio, el ágora era un espacio abierto, una plaza rectangular, rodeado en forma irregular por edificaciones sencillas, destinadas a la actividad pública.
Con el paso del tiempo el ágora llegó a ser el centro de las polis, tanto desde el punto de vista económico y comercial
En el período helenístico, el ágora fue rodeada por elementos de construcción regulares, columnas, galerías, entablamentos; que formaban los pórticos. También estaba la stoa o estoa en la que era posible pasearse sin temor a la lluvia. La stoa se convirtió en el punto de reunión de los ciudadanos.
El ágora era un lugar de reunión bien delimitado y digno, que se mantenía dentro de la mayor sencillez.