El rostro del mensajero de los dioses dirige una dulce mirada a Dionisio niño, mientras su mano derecha probablemente esté agitando un racimo de uvas que atrae la atención del pequeño dios del vino.
Hermes de Praxíteles |
Esa expresión de ternura y la necesidad de rodear la escultura para apreciarla mejor hacen de esta obra naturalista del S IV AC un anticipo de la época helenística.