Las últimas etapas en la Edad de Bronce en Grecia son algo difícil de comprender. Por un lado, el pueblo fronterizo de los dorios asoló las ciudades del sur y las saqueó en su totalidad, menos a la ciudad de Atenas.
Por otro lado, alrededor del año 1200 A.C., Micenas perdió su gran fuerza expansionista y se vio comprometida en guerras civiles, como en la Guerra de Troya, y se destruyó a sí misma.
El desasosiego generado por estos hechos aumentó la migración hacia las islas del Egeo y costas de Asia Menor y provocó la fragmentación de los Estados anteriores en ciudades-Estado.
La mayoría de las teorías propuestas para dar cuenta de la desaparición de los palacios hablan de la decadencia de la civilización micénica y del paso hacia lo que aún resulta cómodo calificar como los siglos oscuros como la consecuencia última de la desaparición.
La guerra de Troya
Las causas de la guerra son desconocidas y lo más desconcertante de todo es que los aqueos no se establecieran en Troya una vez destruída ésta (quizá por su agotamiento y debilidad de fuerzas).
Según unos documentos de los dos últimos reyes hetitas, un tal Attarsiyas (identificado con Atreo), aqueo, hacía correrías por Asia Menor y ejercía su predominio; entonces intervino Taruisa (Troya) en una Liga que peleó contra el rey hetita Thudalijas IV bajo la dirección de Assuia (Asia región del Caístro que da nombre al continente) y, tras el derrumbamiento del reino hetita, aqueos y asiáticos se disputaron el poder bacante en la guerra con asedios de Troya, Rodas y una guerra en Asia Menor a mayor escala o extensión.